Trascribimos un texto del Director del Colegio Mayor Daniel Núñez, sobre el Campo de Trabajo de Uganda.
Siento una gran responsabilidad al tener que escribir para todos los estilitas los principales detalles de la mejor convivencia del año.
Desde luego, si hay un sitio parecido al paraíso, ése es Uganda.
Al principio, los miedos estaban a flor de piel: los mosquitos, la malaria, la diarrea, no beber del agua del grifo… Willy estaba preparado para tener que intervenir en cualquier momento en auxilio del paciente. Pero poco a poco nos dimos cuenta que no era para tanto.
Así que todos los que apostasteis por la posible enfermedad de D. Hanjo, habéis perdido todo el dinero. Y Fer se habrá quedado con las ganas de poder hablar del verano oscuro.
Ya desde el segundo día comenzamos el trabajo. Fue duro, no os voy a engañar.
Levantamos los muros de una escuela de 250 m2.Allí trabajamos los 12 españoles que íbamos, junto a 15 ugandeses. Y todo a mano: sin hormigonera, la mezcla del cemento con la arena la hacíamos con las palas. Todo un gran esfuerzo. Sin duda nos hubiese venido bien la fuerza de Alejandro y el equipo del gimnasio. Pero conseguimos sobrevivir y hacerlo bastante bien.
La escuela ya tenía un pabellón, pero gracias a lo que hicimos, los niños podrán seguir estudiando allí hasta los 14 años. Es una escuela para pobres. Tuvimos la oportunidad de visitar las casas de los estudiantes, y la verdad es que fue muy impactante: pobreza, insalubridad, etc.
La convivencia fue muy completa, ya que estábamos con universitarios ugandeses. Fue una oportunidad de practicar el inglés y de aprender mucho de ellos. Hasta Javi Isorna consiguió aprender un inglés fluido: todo un logro.
Pudimos jugar con los niños de la escuela.
Ahí claramente disfrutaba Rubén, que descubrió a un crack mundial del fútbol: Kotongole. Con ese niño, ganaríamos en la primera división este año (o incluso haría ascender al Lugo a primera).
Los niños nos hicieron una fiesta para agradecernos el trabajo. Cada uno de nosotros plantó un árbol que nos recordará allí para siempre.
También hicimos algunas excursiones los domingos para descansar. Las fuentes del Nilo, Kampala y un parque natural. D. Hanjo no vino a esta última, para evitar el contacto con los leones, hipopótamos, cocodrilos, etc.
Aquí he de reseñar un apunte que destaca el valor de los estilitas. Con un cocodrilo a un metro de nosotros, Willy, Jaime y Dani se mantuvieron firmes e impertérritos; no así otros asistentes a la convivencia, que se abalanzaron contra la parte trasera de la barca. Hay un vídeo que demuestra que no exagero. Estaba a un metro. Vamos, como si estuviésemos en Portosín.
Pudimos dormir en tiendas de campaña a las orillas del Nilo, con luna llena y rodeados de babuinos e hipopótamos.
En fin, hemos vuelto vivos, con muchas ganas de volver y encantados de la experiencia. Ha sido toda una aventura.
¡Viva el paraíso y viva Uganda!